
Para que los hombres no tengan vergüenza de la belleza de las flores,
Para que las cosas sean ellas mismas: formas sensibles o profundas
De la unidad o espejos de nuestro esfuerzo
Por penetrar el mundo,
Con el semblante emocionado y pasajero de nuestros sueños,
O la armonía de nuestra paz en la soledad de nuestro pensamiento,
Para que podamos mirar y tocar sin pudor
Las flores, sí, todas las flores,
Y seamos iguales a nosotros mismos en la hermandad delicada,
Para que las cosas no sean mercancías,
Y se abra como una flor toda la nobleza del hombre:
Iremos todos hasta nuestro extremo límite,
Nos perderemos en la hora del don con la sonrisa
Anónima y segura de una simiente en la noche de la tierra
Juan Laurentino Ortiz (n. 11 Jun 1896 em Puerto Ruiz, Entre Ríos, Argentina - m. 2 Set 1978, Paraná)
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